Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

lunes, 5 de octubre de 2015

¿No vivís con la sensación de haberte quedado para siempre en algún lugar, persona o instante?

He peleado contra cielo, mar y tierra.
Tengo cicatrices, las cuales enseño con orgullo, porque representan las guerras que he ganado. Muchas de ellas contra quien soy.

He sido la cueva del lobo de la que temen entrar, también he sido el zorro que aúlla ante las mil lunas llenas en las que dejó todas sus lágrimas cuando le estalló el invierno en su pecho y estuvo al borde de aquel precipicio, del cual terminó enamorándose, porque los vacíos tienen muchas historias en común, por ejemplo, los hundimientos a plena luz del día.

Tengo recuerdos que me persiguen, vaya a donde vaya, porque yo mismo les doy la dirección en la que me quemo con la soledad entre los dientes.

Me han dicho que soy una chica difícil de tratar, porque sólo busco las cosas que he perdido en otros, si tan sólo supieran que no son cosas, son partes que me pertenecen y que ahora reclamo. Si tan sólo supieran lo terriblemente jodido que es sentirse incompleto, no por ausencia de personas, sino por ausencia de uno mismo, me entenderían más y mejor, aunque no busco que me entiendan jamás.

La vez que me preguntaron quién era, miré a mi mamá: cuando me preguntaron como me sentía, volteé a ver a la tormenta. Y cerré mis ojos, e imaginé lo bonito que sería sentirse tan siquiera una vez en la vida una hoja en pleno otoño: tan frágil, y tan libre a la vez.

He sido la chispa que detonó una gran bomba de pensamientos incontrolables y sentimientos torrenciales en un suicida.

Soy las sombras de un pasado oscuro, las cien cortaduras en las muñecas, los mil fantasmas detrás de un asesino y la oscuridad del túnel. Y yo soñé con ser luz, iluminar vidas y callejones, ser la guía de un perdido sin norte, ser la locura de un cuerdo, y ser la cura de un corazón roto.

He visto resurgir a un desastre y embellecer el paisaje con su sonrisa.

Izo mi bandera, porque creo en el pueblo de América, creo en los soñadores que luchan con capa y espada hasta gastar su última esperanza, creo en que los atardeceres curan si en verdad crees en ellos, creo en los huracanes que entran en tu vida y salen sin haber hecho daño, creo en el amor sin heridas, creo en quien pasa desapercibido porque siento su grandeza de no querer ser visto.

Ya es hora de partir, de conocer, de conocerme, de reconocer lo que he desconocido. Es hora de encontrar, de encontrarme, de reencontrarme con las partes que he perdido en el camino. Es hora de abrir mis alas, y volar.

jueves, 1 de octubre de 2015

Nos desgastamos las popular en quien no nos mira. Los sentimientos en quien no siente, y las palabras en quien no las escucha. Y así nos va.

Tal vez necesitamos más de todo, o de nosotros mismos. Quizás la clave para salir del desastre está en aceptarlo desde el principio, y abrazarlo, aceptar que es nuestro y que siempre lo ha sido, y que, por muy fuerte que suene, también nos ha acompañado después de todo el camino. Hemos tenido vistas, porque las hemos tenido, así no nos gustasen, hemos tenido risas sin saber que estamos riendo, porque muchas veces nos la pasamos buscando el golpe de la piedra y eso, muchos, aun no lo saben. A lo mejor es que hemos pasado toda nuestra vida hablando bajito, para pasar desapercibidos, para que nadie nos escuchase cuan desesperados estamos, o tan ansiosos nos vemos desde nuestros ojos. Para ser invisibles, como el sueño de un niño o de un criminal. O quizás lo hemos hecho, para negar cuando alguien nos pregunta si nos han hecho daño.

Un abrazo también representa un atentado terrorista, porque he sentido como cada vértebra, cada hueso, cada palmada en mi espalda, me ha hecho temblar y desaparecer en una milésima de segundo. Y desmoronarme pensando en el futuro, en el de dos almas soñadoras y emprendedoras que buscan cosas diferentes, que miran hacia horizontes diferentes, pero que bailan su canción favorita como un fanático loco por su idolo.

A veces me pregunto ¿como fuimos tan tontos al dejarnos ir en otros? Y he llegado a la conclusión de que, quizás, lo hemos hecho, porque simple y sencillamente, no nos quedó de otra que acompañar a otro en su soledad, aunque eso implicase quedarnos aún más solos.

Y lo resumo todo en unas cuantas palabras:

No se trata de encajar, sino de encontrar una postura comoda en la vida. Tal y como lo hacemos cuando miramos televisión desde el sofá o cuando intentamos dormir.

La luz al final del túnel es la sonrisa de un triste, por eso se recorre primero toda la oscuridad que ha pasado para llegar a brillar con tal intensidad.

Yo solo quería lucir bien para ti, amarte como jamás he odiado a nadie, cantarte al oído hasta que te quedaras dormida, acostar mi cabeza en tu regazo y reírnos, un domingo cualquiera, de todas las estupideces de toda la semana.
Yo no buscaba envejecer al lado, quería que nos pusiésemos viejos de tanta historia para contarle al resto, jamas supe tener una, ni siquiera conmigo.
O quizás nunca supe contarla sin que me doliesen de nuevo las heridas.

Necesitaba de tus manos para salvarme del mundo, para que la vida no huyese de mi al ver cuanto me duelen algunas canciones, para que el tiempo no fuese tan deprisa huyendo como cobarde.
No quería tiempo perdido, ni ganas sin usar, quería tiempo en el que perder la noción del mismo, quería que nos acurrucáramos a ver los abismos, los propios, y planificar construir algo bonito ahi.
Porque no hay nada mas significante que el hecho de querer arreglar lo que otro dejó mal.

Yo buscaba dentro de ti eso que tantísimo tu detestas de ti misma y enseñarlo con orgullo al mundo. Como las cicatrices como tu historia y tus tachones. Como tu sonrisa y tu invierno.
No buscaba ni quería lo que el mundo, buscaba lo que un chico como yo, raro y triste, quiere encontrar. Quiero decir, mapas donde el tesoro, es encontrar esa sonrisa que ya olvidó en quién la dejó.

Si te sientes inolvidable, recuerda que hasta el cielo olvida a sus estrellas cuando se van. Y pone a otras en su lugar.

Era una noche de septiembre cuando la abracé por primera vez y me dijo que ésa había sido la primera vez que sonreía en público, y me sentí el chico más afortunado de la ciudad. Verle con esa felicidad que solamente alguien que jamás supo sonreír en el pasado puede conseguir, verle con ese brillo en los ojos como si fuesen estrellas que están a punto de partir del firmamento. "Ojalá, algún día, me lleves a tocar ese infinito", me decía. Y la llevé a tocar el cielo de las ilusiones que tienen una base en concreto, es decir, que son sostenibles y duraderas. Pero nunca supe decirle o aclararle a su debido tiempo que mis cimientos eran demasiado débiles como para construir algo conmigo. Que siempre he sido un chico demasiado inestable y que mi vida la llevo con correa mientras la saco a pasear. Que, a lo mejor, la tristeza no dura tanto como para tener los ojos tan tristes hasta el anochecer, que hay que saber salir a tiempo de ciertos precipicios, que está bien tener vacíos que jamás nadie pueda sustituir. Y, entonces, ella ya había hecho en mí un enorme y aterrador vacío.

Quizás nunca supe hablarle bien sobre las promesas de cualquier arquitecto de vidas, porque jamás sentí esa necesidad de querer que alguien viniese a arreglar lo que duele, a sanar lo que sangra, ni a eternizar la risa. A lo mejor me gusta ser un chico triste, a lo mejor me gusta andar por la vida pensando en esos ojalá que se quedaron en el olvido, a lo mejor me gusta romperme llorando mientras escucho mi canción favorita, a lo mejor me gusta contar estrellas como si intentase recordar cuántas personas me han hecho daño mientras sonreía, a lo mejor soy más un chico de conclusiones y metáforas, a lo mejor es que me dueles tanto que pretendo hablarles a los demás de lo bonita que era la vida a tu lado, e intento guardarme para mí lo insignificantes que son los atardeceres desde que no los comparto contigo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Hay momentos en la vida en los que uno no quiere parar de sonreír, no por felicidad, sino por resignación.

Acabo de cerrar justo algunas puertas que me servían de escape cuando tenía ganas de abandonarlo todo en tus brazos. De dejar las ganas en tu boca, y olvidarme de que el mundo arde cuando te veo sonreír cuando estás tumbado en la cama. Y me prendes fuego con la mirada y me invitas a caminar por esos lugares que solamente quieres enseñarme a mi.

Y la noche se enciende. Y brillamos, aunque sepamos que después del incendio, solamente quedan cenizas. Y un hermoso desastre con vistas a cualquier paisaje que nos pinta cualquier libro de ciencia ficción, mientras nuestra canción se reproduce en el bar mas cercano y dos comienzan a conocerse.

Y bailamos. Y te susurro al oído:
Quiero que seas el infinito del que todo el mundo habla. Quiero eternizarme contigo, pero también quiero que nuestras primeras arrugas sean de tanto reír, y no porque estemos envejeciendo.

Esta noche, la poesia se parece mucho a ti. Esta noche, la música suena igual que tu voz cuando intentas decirme algo muy bajito. Esta noche, la noche esta en tus pupilas.

Voy a besarte las imposibilidades y voy a enseñarte que los imposibles te están reclamando porque tú no los intentas.

Intentame, gilipollas, me dices.
Y te beso. Y el mundo entonces, es una olla de presión contra nuestro pecho que decidimos abrir cuando esta aun en la estufa. Y terminamos con muchas quemaduras, pero el amor es lo mas parecido al peor incendio que jamas nadie podrá apagar.

Así que, cariño, caminemos y mostremos al mundo lo precioso que es quemarse con otro cuerpo.

Enseñemos con orgullo nuestras quemaduras.

Paz no es tener la conciencia limpia, es haber hecho lo que quisiste cuando así lo deseaste.

Espérame un poquito más, no tardo en llegar, sólo una vida. Una de las siete que, como gatos, nos tocó. Y sinceramente no sé si está bien tener tantas vidas para lo poco que queremos comernos la boca, reventarnos la mirada al ver una sonrisa fugaz.

Todavía recuerdo ese lugar en el que nunca estuvimos, pero cuando me abrías los brazos siempre íbamos a parar ahí, y me sacabas la lengua como lo puede hacer una serpiente, cuando está cara a cara con su depredador.

Todavía siento ese beso que no nos llevamos en la maleta, que lo dejamos perdido, en ese atardecer que quedó pendiente para el día de después a las 4.50 p.m

Y me ves con esa dulzura, antes del puñal, antes de darme cuenta de que chicos como tú son inevitables como para tropezar una sola vez en la vida.

Me miro los moretones de cuando me maté en la curva de tu boca y tú me seguiste sonriendo como si nada. Y me pones entre la espada y la pared, entre coraza y corazón, es que acaso aún no te has dad cuenta de que las corazas me las quitas con una mirada, me haces sentir tan débil cuando lo haces.

De niño aprendí que el golpe de la caída es la recompensa por haber intentado volar, pero tú, por favor, no me sueltes la mano, no quiero caer entre tantos abismos que gritan mi nombre.

La verdad es que, echo de menos lo que nunca por cobardes, pero echo muchísimo mas de menos lo que para siempre, por valientes.

lunes, 21 de septiembre de 2015

A quién le importan las historias de amor, si viendo series solo desde la cama he creado mejores.


Pero dime, como, en términos reales, iba a olvidarme de tu boca, si es lo que un día me salvó.
Y ahora mírame, estoy con las alas caídas y la mirada puesta en las estrellas.
A veces pienso que ellas también están cansadas de que tú no las veas. Y que, al final del día, son las que tengan que lidiar con el infierno que es, déjame recordarte, necesitarte y que tú no pienses en mí.
Soy un retazo de lo que un día fui y quemé a cuantos estuvieron ahí, por eso lo siento, no fue mi intención hacerte daño, convertirte en piedra ni que anocheciera en tristeza. Por eso lo siento, cariño. No quise ser tormenta, pero es que a ti siempre te gustaron los climas tropicales.

Pero, entonces, como se quiere a alguien sino abrazando sus partes rotas, aunque eso implique cortarse el cuerpo. Y yo tengo varias cicatrices que enseñarte.

Porque si algo sé hacer bien es quererte hasta que duela, hasta que cada parte que está en su lugar sienta que está perdida, hasta que los pétales tengan envidia de las espinas.

¿Sabes cuando el cielo está por partirse en dos en medio de un huracán? Así tú y yo, supongo que el nuestro fue a última escala.

Pero cálame los huesos, te supliqué mientras te ibas. Y a ti eso pareció no importarte tanto, puesto que me calaste con el último adiós, y no como soñaba. Pero qué ingenua fui al siquiera pensar que te quedarías y desempacarías tu ropa.

Yo ya te había ordenado las cosas por dentro para que habitaras, y no te incomodaran esos pequeños defectos que tanto te gustaban. Coge aire, esto va a tomar tiempo, el amanecer tarda en llegar para aquellos que quieren desaparecer entre tanto escombro.

Lo más difícil no es soltar, es deshacer la postura de las manos cuando ya no tienes de qué agarrarte.

A veces siento que no soy suficiente para alguien. Y me da miedo. Me da miedo la idea de que se aferre a mí mientras yo aún no sé donde estoy parada, ni en quién quiero echar mis raíces y dejarme crecer, crecer, crecer como un árbol en plena primavera. Sacar mis ramas, mis hojas verdes, y no dejarme llevar por el mismo tornado que acaba sacudiéndome desde los cimientos e intenta elevarme al cielo para después dejarme caer al desastre. Porque también hay personas que son tornado: que vienen, te elevan y luego te dejan caer, literalmente. Y tienes que andar con la mirada perdida en lo que dejaste en las manos de otro que no lo supo apreciar ni besar, ni mucho menos sentirlo suyo. Tornado, porque después de ellas, lo único que queda es destrucción continua, desastre y mucha calma entre estómagos  y corazones vacíos. Tornado, porque después de ellas, uno jamás vuelve a ser el que fue cuando tuvo, cara a cara, al asesino, pero también al posible y único sanador de tus heridas.

Hay que tener muchísimo más cuidado al momento de escoger el revólver, porque luego lo que se dispara son sus dientes mientras te sonríe. No sé si algún día nos atreveremos a quitarnos el exceso de maquillaje que llevan los sentimientos, porque es cansado en cierto punto tener que fingir que nada nos duele, que nada nos importa, que nada está pasando, que nada nos mata. Porque, irónicamente, lo que nos hace eternos, es la muerte. Y buscamos eternidades en estrellas que son fugaces.

Enamórate de quien te piense a gritos.

Y no, antes de que preguntes, no lo sé, no sé si te quiero, no sé si solo me gustas, no sé ni siquiera si podría estar enamorándome de ti... Se que me miras y me pongo nerviosa, se que no podría aguantar verte con otra, se que me sonríes y sonrío yo, como una autómata, como si tu sonrisa arrastrara a la mía a través de un hilo invisible, se que me gusta tu boca, se que te abrazaría al menos 500 veces al día, se que me alegro cuando se que te voy a ver, se que pienso en ti a menudo, demasiado a menudo quizás, se que me encantaría saber que piensas en mi..se que cuando me preguntas ¿qué tal? te diría, bien, con ganas de ti...


viernes, 4 de septiembre de 2015

Supo que andaba muerto en vida cuando me abrazó, me sobó el pelo y me lloró en hombros. Confío en su honestidad mucho más que los que te lloran sobre el ataúd.

Sí, es cierto. Puede que no sea la chica más guapa, ni la más lista, ni la más audaz.
Puede que no valore lo que tengo hasta que lo pierdo y me doy cuenta de que es lo que mas quiero. Puede que parezca que te evito constantemente, pero no me doy cuenta. Puede que no sea la chica perfecta, o puede que si lo sea para otros. Puede que la cabeza a veces se me valla, y parezca que necesito ir al psicologo. Puede que de vez en cuando suelte una paranoia de las mías. Puede que la imaginación se valla muchas veces y piense cosas que jamás sucederán. Puede que mi vida sea una larga historia que jamás termine. Puede que siempre imagine cosas que no son. Puede que yo sueñe demasiado, puede que cuando este en mi peor momento venga alguien y me ayude, puede que pierda alguna día a mis amigos. Puede que alguna vez me haya encaramelado de tus besos.Puede que tu seas lo más importante en mi vida.


Y mis corazas temblaron al verte.

Ser libre, sin complicaciones, vivir la vida, disfrutar, vivir sonriendo, bailar bajo la lluvia, ignorar criticas, mirar mil y una tiendas, probarme ese vestido, aquella chaqueta y esa falda de flores tan bonita, mancharse los labios de chocolate, reír, soñar, follar, llegar a lo más alto, gritar, sentirte libre, hacer mi estilo, el tuyo, individual, propio, ser diseñadora de mis propios sueños y quizá de los tuyos, regalar felicidad, vivir viviendo la vida como si fuera el último día, hacer tonterías, locuras, errores, caídas, levantarse, resbalar, pero no caer, mantenerme con el susto, pero siempre arriba, nunca abajo. Querer vivir, querer volar, querer soñar, querer ser como soy y que la gente me envidie, no por como soy, sino por lo que soy.

Está bien sentirse o estar vacío, incluso la luna tiene agujeros.

Haz lo que siempre quisiste, sueña lo que has vivido, ríete de las cosas que no tengan nada como para dedicarle un triste momento, búscale sentido a lo que no lo tenga. Quiérete, piensa solo en ti, llora y ríe a la vez, piensa que algún día todo esto llegara a ser realidad. Consigue todas tus metas, incluso quitaselas a los demás, haz realidad lo impensable, y logra lo que nadie conseguirá jamás. Diseña como sería el fin de lo existente y demuéstraselo al mundo, haz que todos vean de ti una persona como la que eres, no pienses en nadie, no mires por nadie que no mira por ti.

Tú con ganas de jugar y yo tan fuego.

Ni calma ni pollas, ni miedo, ni lágrimas, que el llorar sirve de poco, y el gritar para quedarte afónica. El reír para arrugarte, y el soñar para flipar. El comer para engordar y el beber para mear. Las fotos están para borrarlas y los recuerdos para hacer daño. Las canciones para cantar y el cantar para que llueva. La lluvia para encerrarte y para encerrarte mucha paciencia. La paciencia para el estudio y el estudio para llegar a lo más alto ¿y de allí? a lo más bajo.
Nunca y te digo ya que nunca tendrás lo que quieres. Porque si lo quieres es porque no lo tienes, y si no lo tienes es porque ya lo has tenido. Porque si lo has tenido te importaba y si te importaba es que ya lo has perdido.

Es hora de tener cicatrices por valiente.

Me gustaría ir a París, mientras me subo a lo alto de la Torre Eiffel y veo toda Francia. ¿Después? A Italia, donde me haré la típica foto donde yo, con toda mi fuerza y valentía, sujetaré la Torre de Pisa para que no se caiga. ¿Luego? A Londres, donde intentaré hacer reír a los guardias de seguridad con mis caras más extrañas y chistes malos.
¿Siguiente? A Las Vegas, donde me gastaré todo el dinero en el casino para no ganar ni un euro, pero podré decir ¡Viva las Vegas, baby!.
¿Aún más? Pues me iré a Nueva York, y sí, y me subiré a la Estatua de la Libertad y veré como todo Manhattan amanece. ¿Y por último? Yo siempre digo que lo mejor, para el final. Por último me iré a Los Ángeles. Arrasaré en todas las tiendas de Beverly Hills, mientras me gasto casi todos los ahorros que me quedan en ropa. Luego, en Hollywood, iré mirando cada una de las estrellas del Paseo de la Fama y me haré una foto con la inmensa mayoría mientras sonrío bebiéndome mi Starbucks. También, me haré fotos junto al cartel de Hollywood, señalándolo con una gran sonrisa en mi cara diciendo: Sí, estoy en LA. Y al final, me subiré a lo alto del mirador y miraré por última vez todo Los Ángeles. Pero sabes que es lo mejor, que tú estarás a mi lado.

Que triste que llueva cuando tu también eres invierno.

Y el es lo más bonito de mi vida, con sus defectos y sus virtudes. Él siempre está de bromas, puede que parezca que es tonto y si lo es, pero si no lo fuese no sería él. Es muy cariñoso, simpático, atento, extrovertido...El es el que me saca una sonrisa todos los días, el es el único que sabe lo que me pasa nada más verme y el que me da un abrazo sin pedirlo, doy las gracias por haber aparecido en mi vida cuando más lo necesitaba y por ser así conmigo.

Llega un punto en el que la vida te pone a elegir entre los demás o tú mismo.

Llegado este punto tienes que valorar.
Valorar tu vida y lo que va a ser de ella.
Valorar lo que te van a aportar los demás o lo que te vas a aportar tú.

Entonces piensas, caes en la verdad de las cosas. Caes en que la única persona que estará contigo hasta tu último aliento eres tu misma, nadie más lo hará.

La única persona que luchará por verte feliz día si y día también eres tú, nadie más. La única persona que te conoce de verdad, sin secretos ni mentiras eres tú.

Así que, a la hora de decidir, antes de nadie, empieza por ti, por verte bien, feliz, con ganas de hacerlo todo y más, de vivir. Después de eso, vienen los demás.

El viento también se lleva lo que te queda en la punta de la lengua. Y no lo encuentras jamás.

Ojalá un día de estos me dé por pensar en mí, porque, a rendición de cuentas, me debo ser feliz. Porque llegará un instante en el que la vida me pondrá frente a mi y no sabré decir otra cosa, sino perdón.

Perdón por haberte abandonado, perdón por haberte lastimado.

Querido yo: una vez te dije que iba a por todas, pero no a por ti. Y fue cuando entendí que no hay peor acto suicida que abandonarte en un intento de no abandonar a otro.

Yo te quiero, y mucho. Pero a veces no consigo la manera de expresártelo, sino con más heridas, no sé porque soy tan así, tan amante del dolor, supongo que es porque lo hemos vivido tanto tiempo en carne propia que un día pasó, pasó que nos enamoramos de esa mierda, y que mierda fue haberlo hecho.

Recuerdo cuando intentabas, desde tu fuerza interior, impedir que me viniese abajo con todas mis ruinas.

Recuerdo cuando anochecía y yo aún no encontraba mi lugar en el mundo, porque para serte sincero, nunca supe abrazarlo fuerte, porque siempre se me hizo ajeno a mi.

Recuerdo cuando callaba, mientras tu gritabas por dentro. Y las palabras no decían nada, entonces las miradas comenzaron a manifestarse frente al palacio de no se que.

Recuerdo cuando me enamore por primera vez y los dos nos sentimos extraños, ajenos a ese sentimiento tu tenías esa corazonada, y yo ese sentimiento de que algo no iba a salir bien. Pero a quien le puede importar que salgan bien las cosas cuando estas en una ciudad donde nunca habías estado y lo único que quieres es hacer locuras.

Recuerdo cuando te perdí, si a ti, y nunca te volví a encontrar. A veces uno no se encuentra, porque realmente busca no encontrarse.

Y ahora pago los cristales rotos.

Te necesito.
Te necesito como aquel niño escolar que buscaba que alguien le ayudase a salir de tantísimo acoso y la única salida que encontró fue escribir, te necesito como quien busca encontrarse en los brazos correctos, te necesito porque siento que algo no funciona del todo bien, me imagino que eres tu, que estas marchitando.

Perdóname.

No quise dejarte solo por tanto tiempo, pero ahora que te he encontrado de nuevo, te juro que no te vuelvo a perder.

Caricia es tocar herida hasta que se carbonice.

A veces no tenemos que ir a por más, sino abrazar lo que está mientras está. Porque nada dura para siempre, ni el recuerdo, ni el olvido, ni los lugares que se eternizan en un abrazo, ni la poesía, ni el café caliente, ni el invierno, ni siquiera la sonrisa.

A veces por obligación tenemos que soltar, a veces, solamente, tenemos que dejar ir, pero ojalá fuese tan fácil como decirlo,  ojalá no nos rompiéramos en tantos pedazos cuando alguien solo nos deja su recuerdo al irse, y muchas noches descompuestas, y un gran vacío y la cama fría.

Pero un dia te reencuentras con esas partes de ti que has dejado en otros y ves cuanto han cambiado también.

Suena un derrumbe a lo lejos y piensas que esta vez has sido tu la víctima. Y yo pienso en lo infelices que son aquellos que le llaman mal tiempo a la lluvia, que no hay peor ciego que el que se niega a sentir lo que la razón hace tiempo que lo acepto, que no hay peor infierno que no querer sentir amar, reír, y negarlo todo.

No estamos jodidos, nos jodieron, que es diferente.

Hace varias personas ya que no sonreímos, cuando nos sentimos felices, porque de sonreír, nunca lo hemos dejado de hacer, tratando de esconder la cara triste.
He visto tantas cosas en mi corta vida he tocado la punta del cuchillo y he comprobado que es lo que mas tiene filo, es decir, basta con que alguien que te importa cometa un mínimo error para que duela.

Me han dicho que deje de escribir cosas tristes, pero es que no quiero convertirme en un hipócrita literario que habla de la felicidad como si hubiese estado en la cima de ese continente. Y no, no quiero hablar sobre alguien que no he sido ni conocido en persona, alguien que me da miedo ser pero que por valiente me salieron alfileres en las costillas.

Tal vez los tipos duros son así porque una piedra les enseñó a ser fuertes.

Pero un valiente puede no ser fuerte, y un fuerte puede no ser valiente, y ojalá, algun día, ambos coincidan. Y aprendan uno del otro. Y que ambos sean valientes y fuertes.

Todo lo que sé lo desconocí contigo.

Caricia es tocar la herida hasta que se carbonice.

Yo no soy de pasar página. Yo la arranco, la quemo y dejo que el viento se lleve las cenizas.

Te echo de menos con cada vacío. Imagina cuánto.

Ella fue el naufragio que hizo que tocara fondo.

Hay luces de personas que te dejan ciego.

Es una de esas chicas que revolucionan cada continente que pisan, cada tristeza en risas, y son risas las que saca con el sonido de la suya...

El mundo se acomoda cuando te muestras tal cual eres frente a los demás, independientemente si se llevan una amarga o grata sorpresa.


Cerrar los ojos es la forma más efectiva de desaparecer.

Dime cuando será la vez que querrás quedarte a observar cómo todo se va a la mierda mientras nuestras manos crean mundos entrelazados.

De aquel accidente quedaron buenos recuerdos.

Hoy sí tengo ganas. Ojalá supiera para qué o para quién.

Da muchísimo más miedo saber en quién vas a caer, que pensar en quién posiblemente te suelte desde las alturas.


Resulta que son los monstruos los que terminan defendiéndonos a capa y espada de los humanos.

Porque en este juego llamado amor solo pueden haber dos jugadores tu y yo. No pueden haber terceras personas, quien pida jugar se tendrá que quedar en la cola esperando su turno, no pueden haber reglas ni casas o salvamentos que valgan. Nadie pierde y si se juega bien, puede llegar a ser un juego sin fin.

Y septiembre aterrizó como aterrizan los recuerdos cuando lo que menos necesitas es recordar.

Que quien la sigue la consigue, que quien no arriesga no gana, que a veces el que arriesga no pierde nada y que perdiendo también se gana.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Te recordaré como el olvido que más me costó superar.

Al fin y al cabo todo cambia, todo vuelve, todo puede ser rosa, todo puede ser gris, todo puede ser nada, puedes cerrar y abrir los ojos y ver que todo ha cambiado en un instante, hay tantas cosas que pueden pasar, que no te las imaginas lo más mínimo, no imaginé estar ahora así, no imagine que seria tan fácil ni mucho menos imaginé sentirme bien con todo esto, es verdad, no es mentira, es pasarlo mal, pero después de la tormenta viene la calma, te haces los en la cabeza, como el que tengo ahora mismo, no sabes que escribir que pensar, si reír o llorar, no sabes como reaccionar de que hablar, cuesta pero al fin y al cabo todo lo que se pretende se consigue.

La piel no sabe de olvido, siempre queda la cicatriz, pase el tiempo que pase.

Que más da que el destino esté escrito, nos adaptamos a él y punto, si evita que nos veamos, lo haremos a escondidas, si prohibe pensar en ti, soñaré contigo, si no permite que te quiera... tendrá que vivir con ella porque eso no puedo ocultarlo.

Las madrugadas están llenas de nostalgia, tristezas, olvidos, recuerdos que nos rompen, poetas, musas con ojeras y viajes en canciones.

- Dejemoslo en manos de la suerte.
+ Llevas semanas persiguiéndome y ahora dices que lo dejas en manos de la suerte...
- ¿sabes esos bombos enormes de la lotería? Pues imagínate que llenamos uno con un millón de bolas con los nombres de todos los hombres del mundo ¿vale? Pues estoy segura de que si metiera la mano en ese bombo sacaría tu nombre, aunque me empeñara en sacar otro, aunque metiera nombres repetidos para hacer trampa, sacaría el tuyo, y eso es lo que yo entiendo por suerte.

Hay lluvias que mojan, pero no calan.

Eres como el último cigarrillo del paquete, el último rayo de sol en la tarde, la primera estrella que se aprecia en la noche y la ola que más fuerte choca contra las rocas. Eres los cinco minutos antes de despertar, la primera gota de agua en un día de lluvia, el café ardiendo en una tarde de invierno..y el helado más sabroso en una mañana de julio. Eres la canción más bonita de todas, la montaña más alta y el valle más verde. Eres la sandía más dulce, el chocolate más amargo y el pintalabios más rojo.

Después de todo siempre habrá una canción que nos hará bailar, un motivo que nos hará sonreír y alguien que nos hará soñar.

Es cierto que en determinado punto todos terminamos dañándonos de alguna u otra forma, están los que se enamoran, los que escriben en llamas de lo que fue y están los que ponen en su piel el infierno de tristezas ajenas.

He doblado la esquina del inicio de nuestra historia para volver a leer desde el principio tu sonrisa, como cuando descifré el invierno que traías bajo mirada y no pudiste alzar el vuelo.

He sido amante de las caídas, y tú, has sido la mayor de ellas. Me gusta cómo me dueles justo donde recostabas tu cabeza en noviembre y nos poníamos a contar las golondrinas que pasaban por el cielo gris de la ventana. Y yo, para serte franco, nunca supe diferenciar entre la tormenta de afuera y esa torrencial lluvia que resguardabas entre las entrañas.

Tus ruinas me dijeron más que cualquier cara de no pasa nada. Recuerdo lo bonito que era verte venir abajo, porque son esos momentos donde uno puede contemplar cuan humano es alguien, y tu siempre te dormías hasta sacar la última lágrima. Y la habitación se llenaba de mucha agua salada y parecíamos náufragos con todos aquellos recuerdos que nos sirvieron de tabla. Ahora tu recuerdo es mi tabla siempre que estoy a punto de hundirme, porque tocar fondo es algo de principiantes, los expertos en el tema saben que no sirve de nada hundirse si luego saldrás a la superficie. Es mucho mejor estar a la deriva, saber a lo que te vas a enfrentar y sacar todas las garras desde los cimientos.

Y yo me enamoré de tus raíces, y tú de mis espinas, aunque el pasado también corta.
Dime como ibamos a salir de esta si lo que nos hundía eran nuestros pensamientos. Ojalá hubiésemos sentido más y pensar menos.


El viento siempre te empuja, aunque a veces para atrás.

No quiero que esté pegado a mi culo las 24 horas del día, ni esté soltándome te quiero cada segundo que pasemos juntos. No quiero que me cambie por sus amigos, ni que se enfurruñe porque no quiera salir un día. Quiero a alguien que esté a mi lado cuando más lo necesite, que me bese y haga de ese beso al bonito, único e irrepetible. Que cuando me vea por la calle no se avergüence de acercarse a mi,y darme un beso en la mejilla. Que cuando le diga que tengo frío, pille la indirecta y se seguido me abrace. Que me mande un sms a las tantas de la madrugada con un simple te quiero, o me de un toque cada vez que se acuerde de mi. Que me regale las mejores mañanas, tardes y noches de mi vida. Que no me prometa que será para siempre, y no se preocupe por el que dirá la gente de nosotros, y tampoco se preocupe por lo que seamos, somos lo que el tiempo nos deja que seamos.

Lo bonito de las personas rotas es que son niños que siguen jugando incluso con heridas.

De repente lo comprendes todo, de golpe. Sabes que si algo no pasa es porque no tenía que pasar. Que si hoy tenemos problemas, mañana o pasado, o quizás dentro de un tiempo, tendremos su solución y gracias a ella sonreiremos. Que si esa persona que tanto quieres no es para ti, será porque hay otra que te conviene más esperándote. Que si hoy el cielo está gris, pasado mañana estará más azul que nunca. Que hay una razón para cada cosa que ocurre y ninguna de ellas pasa porque si. Que si no sonríes hoy, tal vez no puedas hacerlo otro día, porque seguramente este sea el momento exacto para hacerlo, y si pierdes la oportunidad a lo mejor no tienes otra, por eso, igual que yo, debes comprender que la vida no está hecha para que lloremos por nuestras desgracias, si no para reírnos de ellas.

El pasado también puede ser el refugio cuando quieres escapar, porque algunos recuerdos abrazan llenando la ausencia de uno mismo.

De noche, y sus putadas y todo lo que eso conlleva, es decir, tirarse desde el décimo piso, de un edificio inhabitable, que nadie quiere siquiera acercarse, porque se cuentan historias de terror y fantasmas sobre las escaleras.

Perdón por el desastre, siempre fue mío, pero una vez te acercaste tanto que también quisiste besarlo como besa la lluvia a la tierra.

Escucha, los fantasmas son recuerdos que me persiguen y me arañan la espalda, y la historia de terror trata sobre un chico que amó tanto que terminó destrozándose en mil pedazos bajo la luna menguante, y luego tuvo que andar a tientas por el camino de la vida, y se enfrentó a cuantos se interpusieron, porque él lo único que buscaba era ser un chico feliz.

Aprender a sonreír sin que le doliesen sus ruinas, porque si algo hizo bien fue hacerse trozos amando.

No lo culpes, ni a él, ni a sus sueños americanos, de ser valiente y tan cobarde a la vez, porque a lo mejor tiene un par de canciones que se convierten en personas por las noches, y no sabe sobrellevar tal infierno.

Porque déjame decirte: no todos duermen tranquilamente, no todos tienen sueños bonitos, no a todos les sonríe el amanecer. Hay gente que padece de insomnio, y fuma nicotina para llenarse de algo por dentro, hay gente que vive las peores pesadillas por las madrugadas necesitando lo que nunca supo echar raíces, hay gente que es más de ocasos porque se siente como la muerte de algo.

He sido inmigrante y he hecho de unos brazos el mejor país para migrar y congelar el tiempo. Me pregunto si los salmones no se cansan de nadar siempre a contracorriente porque yo, creo, siento, que ya.


Hace frío. Y no hablo de clima.

-Nunca antes había sentido algo como lo que estoy pasando ahora...
+ ¿Qué es lo que sientes?
- Siento que estoy a gusto cuando me abrazas, y que contigo siempre estoy de buen humor, que te aseguro que yo no soy así, que me cambias por completo, que me siento distinta, que cuando estoy contigo me siento feliz, me siento la persona que no soy, me siento la persona que siempre he querido ser, y me doy cuenta de que eres la persona con la que quiero estar.

jueves, 27 de agosto de 2015

No culpes a la soledad por estar jodido, ella es un lugar, no un estado de ánimo y cada quien la disfruta como disponga.

No te aferres a alguien como si fuese tu último aliento de vida, la última botella de agua del desierto, la última cerilla de la selva. Simplemente debes seguir el transcurso de la vida, si se antepone en tu camino para estorbar, esquivado. Pero si en vez de incordiar te acompaña durante el viaje, retiro todo lo dicho anteriormente y agárrate a él como si fuese lo último que hagas.

Benditas las canciones que nos acercan a quien echamos de menos.

Hay recuerdos que te sonríen muy fuerte por las noches y te invitan a una última copa, a un último baile, que resulta ser el más triste de todos.

Adivina quien se ha roto esta noche, bueno, ya no es necesario adivinar, si cuando me levanto de la cama se mueven todos los cristales que me han hecho grietas en mi cuerpo, me han atravesado los ojos y mi mente está rota.

Soy el chico de las esperanzas en el suelo, el de las mariposas muertas, el que se clava varios clavos cuando escribe, el que baila sobre el suelo de piedras, el que se lanza desde la montaña más alta para demostrarse a sí mismo que las mejores cosas de la vida son las que te matan, o te terminan haciendo mucho daño. Porque eso es mejor que nada. Que las mejores y más divertidas aventuras son las que se viven con alguien con quien nunca querrías contarle a nadie de su existencia ni de lo que has vivido a su lado.

Adivina quién sobrepasa las doce de la noche recordando todo lo que nunca podrá tener en brazos.

Adivina quién se duerme en las madrugadas abrazando una fotografía de alguien que echa muchísimo de menos.

Soy el chico que se corta al pasar de página, el que no logra concentrarse ante una sonrisa, el que recoge los retazos del que fue, el que enumera del uno al diez su dolor y luego lo convierte en verso.

Adivina quien lo ha visto caer, resurgir desde los cimientos y agarrarse muy fuerte de las tablas ante un naufragio.
Me he visto a mí mismo en una escala de grises y si no, es el mismísimo sol quien me quema por otros, aunque dudo mucho que lo haga igual.

Adivina quien ha muerto durante la noche y ha resucitado con el primer rayo del amanecer.

Ese fui, soy y seré yo.

De todas las formas de querer, su favorita siempre fue hacerme pedazos.

Y si, vuelvo a ver nuestras fotos y doy gracias a todo lo que le pueda dar las gracias porque sigas a mi lado, porque quiero pasar el resto de mis días contigo, porque los momentos contigo no los comparto, porque me estoy dando cuenta de lo que vales, no tienes precio, y aunque lo tuvieras, no te vendería por nada del mundo.

Yo corto sin querer. Las cosas rotas hacen eso.

- Entonces me dí cuenta de que le quería.
+ ¿A pesar de todo?
- Cuando se quiere, siempre es a pesar de todo.

Tener las maletas listas para irse cuando sientes que una mano te dice 'quédate', pero no, es el viento quien te empuja.

La niña sale de casa, se moja con la lluvia, baila, se ríe, y mira al cielo como tratando de contemplarlo porque siente que él también está triste. Y hace mucho que se siente muerto, igual que ella.

Luego mira sus cicatrices, las raíces cortadas a fuerza, su corazón empapado de agua de mar.

Se mira las muñecas, y una fría lágrima le recorre el rostro y cae encima de esa piel que tantas veces ha sido testigo de dolor, tristeza y desesperación, pero también de manos que le quitaron todas las corazas con una caricia.

La niña no está triste, es una niña triste. Busca a su madre que hace tiempo que se fue, y no encuentra ninguna salida que la abrace como ese último abrazo que todavía lleva en brazos. Aún siente escuchar una voz que le dice 'No te des por vencida'.

Pero ella está partida en dos: una mitad la lleva ella en hombros y la otra la llevan otros en el alma.

Las nubes están grises, se escucha un gran diluvio afuera y ella quiere que la tormenta le cale los huesos, que le reforme la vida, que le cambie de estadía y que todo su mundo no se resuma en un punto constante de vacíos, y más vacíos, y más huecos que otros dejaron cuando salieron de su vida de golpe, de portazo, pero los que más siente son esos que se fueron sin hacer ruido.

Mírala, era una chica feliz, que compartía sus rosas y sus violetas.

Ahora busca un abrazo en el que quedarse a vivir por el resto de sus días y no salir. Quedarse. Hacerse un hueco en los brazos ajenos y que no haya más frío, ni escarcha en los bordillos de sus ventanas. Ella lo único que quiere es sentirse protegida de todas sus inseguridades.

A estas alturas me da más miedo saber que una sonrisa que ya no ves puede ser el detonador de la tristeza más profunda de tu vida.

+ Pero el problema es que no sabes lo que quieres.
- Te aseguro que lo sé muy bien. Mira: quiero una casa a pie de playa, con la terraza más grande y la mejor cama, quiero irme de viaje sin fecha de regreso, quiero irme de fiesta saliendo de casa sin hora, quiero vivir en el país de las maravillas, quiero tener a mis amigas siempre, quiero que nadie me haga llorar, quiero enamorarme, quiero tener una sonrisa perfecta, quiero salir y comerme el mundo, quiero comprarme los tacones más altos, quiero hablar por teléfono horas y horas sin que llegue esa maldita factura, quiero ser mejor persona y quiero ser yo siempre ¿Ves? Sé lo que quiero.
+ ¿A qué viene todo esto?
- Me has preguntado que quiero y yo te he respondido. ¡Ah, perdona! Se me olvidaba lo más importante: Quiero ser todo para ti.

Yo creo que sí puedes perder lo imperdible, romper lo irrompible y olvidar lo inolvidable.

Tal vez fue la manera más fácil, la más absurda, la más loca, la más enrevesada, pero la más bonita de enamorarme. Tal vez fueron tus te quiero los que me convencieron, o tus caricias las que me emocionaron. Fue tu manera de mirarme, de hablarme, de quererme o tus manías vacilantes. Pudo ser porque eres tú, que te tengo una cierta debilidad, pudo ser tu sonrisa o tu mirada, pudo ser tu manera de tratarme, no lo sé, pudieron ser tantas cosas las que me hicieron enloquecer.

Yo quise desde un principio empezar por el final y así terminar en desconocidos, sin recuerdos, sin nada. Pero sonriendo.

Basta ya de pronunciar tu nombre a otros como si tú fueses la octava maravilla.
Basta ya de llorarte cuando tú ni siquiera contestas mis llamadas, que ya lo he dejado todo atrás, que ya me he rendido hace tiempo, que ya he quemado nuestras fotografías, pero, joder, a veces no puedo sacarte de mi cabeza.

Pero basta ya de echarte de menos de necesitarte en cada rincón al que voy, en cada persona en la que te encuentro, a veces recuerdo que tú no dabas nada, cuando yo te regale hasta esas partes a las que me aferré, como si yo fuese un náufrago y tú la tabla a la que me agarré, y luego te llamé mi salvavidas.
Y tú seguías sin darte cuenta que yo por ti mataba a todos los dragones que te tuvieran en encarcelada.

Basta ya de odiarte en cada canción porque las cosas no fueron como yo quería, salieron doliendo las hijas de puta, y eso era lo último que quería, que te convirtieras en esa canción, que uno escucha muchas veces y al final termina odiando.

Basta de hacerte un hueco en cada plan de trazo, ya no quiero que seas mi plan A, ni mi lado izquierdo de la cama, ni la primera opción en la que piense cuando quiera huir lejos de mí. Y me dé el peor de los portazos al encontrarte con los brazos cruzados, y no quieras abrírmelos nunca más.

Basta de ti, basta de querer escuchar tu voz, entonando tu canción favorita mientras me dices que soy tu verso favorito.

Basta, vete, toma estas partes, son tuyas, te pertenecen, pero no te quedes en mí.

Vuela, Amélie, vuela alto y lejos. Ya otros horizontes te esperan, ya otros lugares te hacen un hueco, ya otras canciones hablan de ti, ya otras manos quieren tocarte, ya otras flores sueñan con que las cortes y te las pongas en el pelo, ya otros amaneceres sueñan con despertarte. Espero que tengas un buen viaje y una buena y extraordinaria vida, que yo seguiré aquí, justo donde dejé de ser yo, y me convertí un poquito tuyo.