Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

jueves, 3 de septiembre de 2015

El pasado también puede ser el refugio cuando quieres escapar, porque algunos recuerdos abrazan llenando la ausencia de uno mismo.

De noche, y sus putadas y todo lo que eso conlleva, es decir, tirarse desde el décimo piso, de un edificio inhabitable, que nadie quiere siquiera acercarse, porque se cuentan historias de terror y fantasmas sobre las escaleras.

Perdón por el desastre, siempre fue mío, pero una vez te acercaste tanto que también quisiste besarlo como besa la lluvia a la tierra.

Escucha, los fantasmas son recuerdos que me persiguen y me arañan la espalda, y la historia de terror trata sobre un chico que amó tanto que terminó destrozándose en mil pedazos bajo la luna menguante, y luego tuvo que andar a tientas por el camino de la vida, y se enfrentó a cuantos se interpusieron, porque él lo único que buscaba era ser un chico feliz.

Aprender a sonreír sin que le doliesen sus ruinas, porque si algo hizo bien fue hacerse trozos amando.

No lo culpes, ni a él, ni a sus sueños americanos, de ser valiente y tan cobarde a la vez, porque a lo mejor tiene un par de canciones que se convierten en personas por las noches, y no sabe sobrellevar tal infierno.

Porque déjame decirte: no todos duermen tranquilamente, no todos tienen sueños bonitos, no a todos les sonríe el amanecer. Hay gente que padece de insomnio, y fuma nicotina para llenarse de algo por dentro, hay gente que vive las peores pesadillas por las madrugadas necesitando lo que nunca supo echar raíces, hay gente que es más de ocasos porque se siente como la muerte de algo.

He sido inmigrante y he hecho de unos brazos el mejor país para migrar y congelar el tiempo. Me pregunto si los salmones no se cansan de nadar siempre a contracorriente porque yo, creo, siento, que ya.


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