Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

jueves, 9 de enero de 2014

Juguemos.


¿Jugamos al ahorcado? Dos palabras, ochos letras. ¿Lo adivinas ya? Te dejo decir una letra.
La A no, esa no está. Piensa otra. La E. Muy bien, ya tienes dos, solo faltan seis. La U. No me gusta esa letra, se esconde demasiado, no suena, pero está. Así que quedan cinco. ¿No te imaginas ya lo que puede ser? Se que lo sabes, piensalo. Mientras jugamos a otra cosa...Al pilla-pilla. Tú la llevas, persígueme. No me cogerás, pero si lo haces la llevo yo, que obviamente te pillaré.
Cuando lo haga, comportate como un niño, quejate pero al momento sal corriendo detrás de mí. Y al cogerme agarrame fuerte y no me sueltes; puede que te haga trampas y salga corriendo aunque ya me hayas atrapado.
¿Cansado? Pues todavía queda mucho por hacer. Tengo otro juego. Tienes que esconderte. Coge la bola del Mundo y elige un lugar al azar. ¿Ya lo tienes? Vete hacia allí a esconderte. Da igual lo lejos que esté, te encontraré, nunca fuí buena encontrando cosas, pero si se trata de encontrarte a ti pondré todo mi empeño.
Ahora me toca a mí... cuenta hasta cien...1...2...3...no mires....23...24...25... No sé donde esconderme todavía...

55...56...57...58... ah! ya lo tengo,.... 74...75...76... No me encontrarás jamás...100!
Ya me has cogido, no he podido irme más lejos, lo siento, tenía miedo de que no me encontraras.
Último juego. Tumbate aquí, a mi lado. Mira el cielo ¿que ves? Estrellas no. Yo veo dragones, unicornios, hadas del país de nunca jamás en la segunda estrella a la derecha, un gato con botas rojas y un ratón con un sombrero verde persiguiendole.
Distinto algo más. Son dos palabras. Ocho letras... ¿Recuerdas? ¡Nuestro ahorcado!
¿Ya lo tienes?
Te quiero.

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