El olor a nicotina le queda bien a los días grises, por ejemplo, yo cuando estoy triste me pongo a ver por la ventana y veo que los pájaros al ver que pronto se aproxima una tormenta, vuelan a sus nidos. Y yo quise agitar mis alas y volar a cualquier sitio del mundo en el que te encontrases, así me recorriese los peores rincones -donde solamente queda mucha, pero mucha tristeza-. Yo sólo quiero aferrarme a ti, pero no quiero hacerlo solo, porque aferrarse implica atarse para siempre a alguien, pero si uno de los dos no está de acuerdo en hacerlo: uno termina perdiendo antes de que empiece la maratón. Pero, vamos, no podemos forzar a que el otro quiera hacer lo que uno está dispuesto.
Porque somos humanos, porque tenemos miedo, mucho miedo debajo de esa sonrisa con la que nos maquillamos cada mañana. Y yo sueño con tu voz en cada amanecer, que tararees una canción que odias y que termines odiándome porque sientes que ya no puedes conmigo. Que me botes de tu vida, que desates en mí el peor de los huracanes y que me digas:
"Pero, cariño: no te olvides de la que fui contigo cuando odiaba ser demasiado cursi en esto del amor".
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