Quiero quererte como a nadie, que esto sea... no perfecto, porque sería aburrido, pero si hermoso...bonito, algo salvaje, pero dulce a la vez, quiero vivir lo increíble, lo nunca pensado, lo nunca imaginado, quiero vivir un sueño una fantasía, una vida a tu lado, por siempre, para siempre, quiero escribir mi propia historia y nombrarte en cada línea de cada párrafo, quiero que aparezcas en ella como lo más importante, como mi oxígeno, como mi combustible vital, que me cuentes cómo te las arreglas para hacer que cada día te quiera más, quiero que me mires y me beses, que te sientas importante a mi lado, quiero mirarte y sentirme feliz, contenta, mirarte y sentir que te necesito, quiero ir al puerto para mirar el mar y decirte y repetirte que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, que sigas alegrándome así la vida por mucho más tiempo del que tú y yo podamos imaginar, quiero que me regales una puesta de sol, quiero que me regales miles y millones de sonrisas, de caricias, de besos, también que te envuelvas como un caramelo porque así podría decir que eres el mejor regalo que me ha dado la vida, quiero que nos piquemos por tonterías, quiero regalarte miles de caricias, de mordiscos, de besitos por el cuello...Quiero que te quejes de lo tonta que soy, quiero que me preguntes qué es lo que estoy pensando para poder contestarte con un simple abrazo y susurrarte al oído que te quiero, quiero todo esto y muchas más cosas, pero de todas ellas, quizá, bueno, sinceramente quizá no, la más importante de todas es que te quiero a ti.
Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?
A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.
Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.
Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...
Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.
Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...
Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.
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