Bienvenidos al espectáculo, damas y capullos tápense los oídos y cierren los ojos. Todo esto va como una cosa loca, sin control. Dicen que en este tablero hay una seria de reglas, pero yo veo que las fichas se mueven como les da la gana. Según alguien que seguramente se dedicaba a ver películas americanas de navidad en las que todo el mundo es bueno, y les pasan cosas buenas y eran felices y comían patos, toda acción tenía una repercusión. Y, no. Esa no es la realidad. La realidad es saber que las normas no existen. Que alguien porque se esfuerce no siempre va a tener su beneficio. Que una persona buena no le van a tener que pasar cosas buenas por obligación, y viceversa. Que no te confundas compañera, que aquí todo vale. No salves el culo de alguien, porque seguramente los demás nunca salven el tuyo, y si lo encuentras no lo dejes escapar, aunque va a ser difícil. Vivimos en un mundo en el que las personas solo piensan en ellos mismos y después, en ellos, y más tarde en ellos otra vez, y si luego les da por ahí, pueden que se preocupen del perro de la vecina. Porque amor, las reglas no están escritas, pero tú, puedes cambiarlas. Porque si aquí nada es justo, yo seré injusta. Si son unos cabrones, a mi a eso nadie me gana. Si quieren que juguemos, jugaremos con las mismas cartas.
Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?
A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.
Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.
Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...
Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.
Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...
Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.
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