Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

viernes, 13 de junio de 2014

Terror a la oscuridad.

Leyendas urbanas cortas
Ignacio Torres es un niño tapatío, desde que nació tuvo un miedo espantoso a la oscuridad, todos los días al dormir los padres de Ignacio, encendían las luces de la casa por el miedo de su hijo, pero desgraciadamente cuando cumplió 2 años murió, los padres lo enterraron en el panteón belén ubicado en Guadalajara, Jalisco.
Al día siguiente cuando los padres visitaron a su hijo fallecido se dieron cuenta que la cripta estaba abierta, conforme pasaban los dias este acontecimiento seguia pasando, los padres contrataron un investigador para saber el motivo por el cual se abría la cripta, el investigador comprobó que la cripta se abría por sí sola, se lo comprobó a los padres con un video, los padres no querían aceptarlo, pero al final lo hicieron, se dieron cuenta que el niño aun despues de la muerte, seguia temiendo a la oscuridad, desde ese momento todos los días le llevaban velas para alumbrar la cripta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario