Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

jueves, 23 de agosto de 2012

Estoy en la edad de disfrutar y llorar por él.


Comenzaré diciendo que soy la más tonta del mundo, que pago las cosas con los que menos se lo merecen y me callo otras cuando debería gritar todo lo que pasa por esta pequeña cabeza llena de pajaritos ¿Qué queréis? estoy en la edad, tengo catorce años, tengo edad de tener problemas de adolescente, de llorar por él, por esos kilometros que me matan, por echarle de menos y no poder hacer nada. Tengo edad de discturi con mi madre a todas horas. De suspender un examen y estar castigada el fin de semana, pero el sábado siguiente llegar a casa a las 3 de la mañana con los tacones en la mano y quién sabe, quizá algún cubata de más...de querer estar fuera de casa el mayor tiempo posible, con ellos, mis amigos, con los que reiré hasta que me duela la tripa y hasta la mandíbula, con los que compartiré penas y alcohol, lágrimas y sonrisas, besos y abrazos, esos que me quieren tal y como soy, con mis locuras en momentos de felicidad y con mis caras largas en esos días que nada sale bien, son todos esos pequeños momentos los que voy a aprender a valorar, porque son los que realmente merecen la pena, y porque la vida es menos puta a su lado.

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