
Es increíble pensar en todo lo que pudo haber sido y, sin embargo, no fue. Me costaba imaginar el momento y ahora lloro por no poder vivirlo. Es horrible pensar que algo que estaba destinado a ser, ya no es. Ya no puede ser. La rabia me consume. Las lágrimas sollozan sobre mis pupilas. Mi cuerpo tiembla y mis manos tan solo escriben. Escriben los gritos ahogados que retumban en mi interior. Escriben las cientos de noches que pasé en vela tratando de entender, al menos por un segundo, cómo mi vida se consumía por momentos.
No puedo hablar. Las palabras no salen. La voz entrecortada pide que me calle. El futuro estaba en sus manos y a cambio lo ha desecho, lo ha tirado a la basura, haciéndolo trizas y traicionándome, una vez más. Aún no entiendo el por qué, no entiendo el cómo ni mucho menos el cuándo. Solo entiendo que todo ha cambiado y que tan solo soy una puta pieza más en este juego que tú mismo inventaste. No quiero llorar pero las lágrimas desean salir. No quiero estar mal, tan solo estar feliz. No quiero sufrir. Esto no es culpa de nadie. Solo del maldito destino que ha decidido que ese no era mi lugar. Que yo no debía estar ahí y que mi sitio sería ocupado por otro. O tal vez por nadie. Tal vez tan solo habría vacío.
No sé como hemos llegado a esto. Hay tantas cosas que no sé. Lo único que hoy tengo claro es que no hay vuelta atrás. Esto está decidido y el futuro ha elegido su camino.
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