
Ella no era del todo consciente pero no había marcha atrás. El destino había llegado. El ayer se había encontrado con el hoy y había dejado de existir ese siempre que se quedaba suspendido en el aire. Trataba de acercarse a aquello que siempre deseó pero se veía incapaz. Soltó un leve suspiro. Ya es tarde, pensaba.
Pero no podía parar. No. Aún no. Aún tenía fuerzas para seguir luchando.
Aún le quedaba la esperanza, que es lo ultimo que se pierde o eso dicen. Solo una última vez, dijo casi sin aliento.
Ambos lo merecemos. Así que corrió. Corrió tras él. Como nunca en su vida lo habia hecho. Corrio hacia aquel moreno de ojos verdes que le quitaba el sentido. Corrió hacia el chico que le dejaba sin respiración y que, curiosamente, le había salvado en más de una ocasión. Corrió incluso cuando sus piernas le gritaba que parase. Su respiración se entrecortaba. Apenas podía divisar el rastro que dejaba aquel muchacho a su paso por aquella inmensa ciudad. Pero no podía rendirse. No. Aún no. Le quiero, joder, le quiero.
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