Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

lunes, 16 de diciembre de 2013


El día en que llegaste a mi vida me rendí a tus pies. No sé por que lo hice pero lo hice y luego que, me desvivi, te defendí, por ti aposté, pensé que eras buena persona y me equivoqué. No vengo a reclamar tu amor, esto va mucho mas allá... no te sientas mal porque ya yo no siento nada. Yo solo siento que las palabritas se las lleva el viento, que tus mayores mentiras eran tu juramento. Vivimos en un cuento, un cuento en el que tu escribias la mentira que querías y aquí todos contentos. Cuanto me arrepiento de haber perdido el tiempo, ha sido la única vez en mi vida que he sentido que me estanco. Y ahora solo me quejo de haber caído tan bajo, que hoy en día camino en pie contigo andaba coja. Mi cerebro estaba flojo, no llegaba bien el flujo. Si yo sé esto antes, mucho antes te mando al carajo. ¿Tus principios donde están? Si tu vida es un relajo...

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