Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

martes, 27 de septiembre de 2011

A veces, nos sentimos solos aun estando rodeados de personas. Si nos ponemos en contacto con ello, veremos que su origen es una sed de amor, muchas veces inconsciente. Cuando maduramos y comprendemos esa sed de amor universal, nos lo tomamos con tranquilidad y ya no corremos como locos buscando llenar ese vacio.
Estoy triste, pero yo no soy mi tristeza. Me doy cuenta de que la emocion es un estado pasajero con el cual no me identifico. Esa ansia de amor insatisfecha ya no es tan dramatica y vamos sanando la neurosis. La terapia es una forma de espiritualidad de la entrega y de la espontaneidad. Cuando maduramos y abandonamos el control sobre nosotros mismos, dejamos que el orden cosmico, la naturaleza o Dios tome el control. Entonces, todo fluye de una forma divina. Madurar es aceptar lo buueno y lo malo de la existencia con la confianza en que, en realidad, no pasa nada. Intentar evitar el sufrimiento no es bueno porque no lo lograremos jamas y, encima, perderemos la conciencia de la vida. Cuando aceptamos lo que mas tememos, la muerte, estamos preparados para vivir cabalmente.

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