Cuando el egoismo no limite tu capacidad de amar, cuando confies en ti mismo aunque todos duden de ti, y dejes de preocuparte por el que diran. Cuando tus acciones sean tan concisas en duracion como largas en resultados, cuando puedas renunciar a la rutina sin que ellos altere el metabolismo de tu vida, cuando sepas distinguir la sonrisa de la burla y prefieras la eterna lucha que la compra de la falsa victoria, cuando el ser espontaneo te libere del metodo, cuando actues por conviccion y no por adulacion, cuando puedas ser pobre sin perder tu riqueza y rico sin perder tu humildad, cuando sepas perdonar, tan facilmente como ahora te disculpas, cuando puedas caminar junto al pobre sin olvidar que es un hombre y junto al rico, sin pensar que es un Dios. Cuando sepas enfrentarte a tus errores tan facil y positivamente como a tus aciertos. Cuando sepas manejar tu libertad para pensar, hablar, leer, escribir y hasta escuchar sin caer en los excesos. Cuando sepas obsequiar tu silencio a quien no te pide palabras, y tu ausencia a quien no te aprecia. Cuando no trates de hallar respuesta en las cosas que te rodean, sino en tu propia persona, entonces, solo entonces, serás un triunfador.
Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?
A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.
Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.
Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...
Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.
Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...
Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.
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