
Tenemos la mala costumbre de aferrarnos a las personas de convertirlos en nuestros pilares fundamentales que en cuanto fallan, nuestro edificio decide derrumbarse.
¿Y sabes que es lo peor de cuando se van? El silencio.
El silencio, es las noches eternas y solitarias , donde sin tú quererlo los recuerdos se agolpan en tu mente, ese silencio que se llena de ruido al recordar sus palabras, tus palabras, y todas aquellas que quisiste decir, y no fuiste capaz. Y las mañanas, las horribles mañanas donde después de una horrible noche, te despiertas buscas explicaciones y no hay nada, ahi solo estas tu, tu y ese silencio de la soledad.
Y el tiempo pasa, y tu te intentas recomponer, buscas ayuda, pero no sabes a quien acudir, y la unica persona que se te ocurre es la que mas lejos esta. Y piensas ¿que me queda? Y mientras buscas una respuesta, todo la atmósfera se envuelve de ese silencio que va matándote por dentro, rompiéndote en mil pedazos a cada segundo que pasa.
La lucha por ser feliz, quedo en un segundo lado, y comenzó la lucha por sobrevivir, y no te gusta, pero no te queda otra. Todo se llena de sonrisas forzadas, de un brillo de ojos que se va apagando sin que nadie lo pueda remediar y en su lugar deja unas ojeras que ni el maquillaje puede disimular. Lágrimas a escondidas junto a sueños rotos a la hora de dormir. Miedo de no estar a la altura, de no ser capaz de lograr tus metas. Demasiado tiempo, demasiados recuerdos, demasiado lejos, intentas acercar las distancias, pero no puedes hacer otra cosa que agrandarlas y cada día que pasa el cansancio te va ganando la partida.
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