Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

jueves, 20 de febrero de 2014

Vivir recordando todo lo que he hecho, esté bien o esté mal.


-Dicen que los peces tienen una memoria tan pequeñita que rara vez recuerdan el lugar dónde han estado cinco minutos antes.
A veces estaría muy ser como los peces ¿Verdad? de ese modo podríamos olvidar aquellas cosas que hemos hecho mal, aquellas de las que nos arrepentimos, aquellas que nos han causado daño... Podríamos olvidar los días tristes, las noches llorando, los momentos de soledad, los minutos viviendo como si de mero trámite se tratase. Pero no recordar todo esto también implicaría no recordar los momentos que nos hacen felices... ¿Estarías dispuesto a ello?

Yo prefiero vivir como hasta ahora, vivir recordando todo lo que he hecho, esté bien o esté mal; porque así puedo recordar cada buen momento, cada lágrima, cada sonrisa, cada abrazo, cada persona que como alguien importante ha formado parte de mi vida, cada consejo que me han regalado, cada bonita tarde que he tenido gracias a los que me quieren, cada minuto perdiendo el tiempo y siendo feliz. Por ello; en definitiva, prefiero vivir así porque puedo recordar cada pequeño detalle del que he construido mi vida... Porque así puedo recordar que me han querido y que he querido y que aunque no haya sido merecedora de todo lo que han hecho por mi, a fin de cuentas, lo han hecho; y me quedo con esos recuerdos.

No quiero tener memoria de pez porque me faltarían los recuerdos de los momentos vividos a tu lado, y ellos forman algo que no cambio ni por el simple hecho de seguir viviendo...

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