Si todos los caminos llegan a Roma, ¿cómo se sale de Roma?

A veces, pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Mi abuelo siempre decía que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida, hará lo imposible por estar en ella, aunque, en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas, olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

Y es que la vida son momentos, ¿sabes? Que ahora estoy aquí y mañana no lo sé. Y que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, quieres algo de verdad, ve por ello y nada más, mirando el miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro, ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella...

Así que no sé qué será de mí mañana, pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo, que los amigos son la familia que elegimos y que yo te elijo a ti, te elijo a ti por ser dueño de las arrugas que tendré en los labios de vieja, que apuesto fuerte por estos años a tu lado, por las noches en vela, las fiestas, las risas, los secretos y los amores del pasado. Tus abrazos, así por que sí, sin venir a cuento, ni tener que celebrar algo.

Y es que en este tiempo me he dado cuenta que los pequeños detalles son los que hacen las grandes cosas. Y que tú has hecho infinito mi límite, y así te doy las gracias por ser la única persona capaz de hacerme llorar riendo, por aparecer en mi vida con esa sonrisa loca, con ese brillo en los ojos capaz de pelearse contra un millón de tsunamis...

Así que no... no sé dónde estaremos mañana, no sé dónde estaremos dentro de diez años, ni cómo se sale de Roma, no te puedo asegurar nada. Pero te prometo, que pase lo que pase, estés donde estés, voy a acordarme de ti toda la vida, por eso, mi luna va a estar siempre contigo, porque tú me enseñaste a vivir cada día como el primer día del resto de mi vida y eso, eso no lo voy a olvidar nunca.

miércoles, 4 de enero de 2012

Una historia más.

Cuando el amor en vez de bello se convierto en una tortura constante, cuando antes te levantabas para no dejar de pensar en el, y ahora lo unico que haces es intentar no despertar. Esta es la historia de Dorinda y Alex, Dorinda era una chica de unos 20 años y Alex tenia 23, ella era delgada de metro 68 ojos claros y pelo negro rizado, vivia en una casa donde el amor reinaba, padres trabajadores, amigos de fiar sin problemas, Alex era de metro 80 rubio y con una sonrisa encantadora, vivia aun con sus padres con su hermano de 17 años y con su perra Desi. Dorinda una tarde se encontraba fuera de su casa, se disponia a ir pero estaba lloviendo mientras caminaba bajo la lluvia, tropezó con un agradable muchacho de primera vista transparente al chocar se miraron fijamente pasaron segundos y seguían mirandose, Alex reaccionó y de disculpó. Lo siento señora, se encuentra bien? Si, no pasa nada lo siento, respondió, sin darse cuenta empezaron a hablar...olvidandose que eran unos simples desconocidos, esa noche al dormir no dejaron de pensar en esa tarde, al dia siguiente Dorinda llamó a Alez, se habian dado el número de telefono, quedaron en un viejo descampado con vistas hacia el mar que ya nadie habitaba, al verse los dos no puedieron dejar de sonreir, pasaron dias y fueron quedando en ese mismo sitio...ya eran novios...una tarde de abril de 2008 quedaron para verse en el mismo descampado de siempre, ese dia fue inolvidable, se sentian como nunca antes, Alez le habia recitado un poema precioso a Dorinda en uno de sus versos ponía: Aunque el amor se acabe, y en recuerdos te siga viendo siempre tu melena soplaré y notarás que ahí estaré, siempre estare en la brisa del viento. Tan tranquilos se fueron a sus casas habian quedado al dia siguiente, esa misma noche los dos en sus respectivas casa durmieron pensando en ellos en su historia...Llega el dia por la mañana y Alez no llama a Dorinda...ella se preocupa..el la llamaba todas las mañanas...al llegar la hora de verse ella va al descampado..esperó durante horas pero nunca nadie llegó...Dorinda sintió que algo pasaba, algo no iba bien..su telefono sonó, era la madre de Alex, murio en un accidente esa misma mañana, Dorinda echó a llorar, empezo a llorar sin parar, pero una brisa le sopló el pelo, sabia que Alex estaba ahi, en el mismo descampado. Ella nunca lo olvidó todas las tardes iba a ese mismo sitio, y cuando una brisa de `viento le azotaba el pelo ella sabia que estaba ahí.

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